Farmacia en la Universidad Central de Madrid, habiendo pertenecido al grupo de
universitarias que vivieron en la Residencia de Señoritas, y siguiendo el programa de la
Institución Libre de Enseñanza y de la Junta para la Ampliación de Estudios que
pretendían la regeneración del país con la formación de una élite intelectual que pudiera
colocar a España en las corrientes científicas y culturales internacionales, dentro de un
marco igualitario en el que la mujer pudiera participar en la investigación científica en
las mismas condiciones que los hombres.
Dado que su familia estaba viviendo en Santander, cuando se inaugura la Casa de Salud
Valdecilla en 1929, solicita su incorporación en el Departamento de Química de dicha
institución, lo que hace como única mujer entre 70 médicos y estudiantes de postgrado.
No obstante, no pudo allí obtener el título de alumna interna y, en cambio, le dieron el
de médico externo de guardia, algo pintoresco para una farmacéutica.
Aunque estaba interesada en la investigación básica fundamentalmente sobre vitaminas,
sus superiores le asignan tareas de investigación aplicada, concretamente la función de
analizar el valor nutricional de la comida consumida en el hospital, con el fin de
elaborar la dieta apropiada para cada paciente.
Tras presentar la tesis doctoral en 1932, “Contribución al estudio de la composición
química de los alimentos españoles”, en 1934 da por concluida su primera etapa en
Santander y, de nuevo en Madrid, trabajó con José Collazo sobre la estructura de las
vitaminas, en el Instituto de Patología Médica que dirigía el Doctor Marañón. En este
tiempo solicita una beca a la Junta de Ampliación de Estudios para investigar en
Alemania también sobre las vitaminas.
En Alemania trabajó con el Premio Nobel de Medicina Otto Meyerhof, absorbiendo su
metodología y disciplina, y especializándose sobre fisiología del músculo y
metabolismo intermedio de los hidratos de carbono.
Después se incorpora como farmacéutica y directora técnica del Laboratorio Cántabro
(luego Industrial Farmacéutica Cantabria – IFC-), donde estuvo hasta que se jubiló en
1966. Su trabajo aquí consistía en el desarrollo de formulaciones, el control de calidad,
los ensayos, las buenas prácticas de fabricación… Fallece en Granada en 1998.
De su labor como dietista, farmacéutica e investigadora queda hoy su nombre en el Aula
Interdisciplinar Isabel Torres de Estudios de las Mujeres y del Género de la Universidad
de Cantabria, constituida en 2004, y que cada dos años otorga el Premio Isabel Torres a
investigaciones sobre estas materias.
Quienes la conocieron directamente, señalan que Isabel era una mujer inteligente,
trabajadora, independiente y disciplinada. Una auténtica pionera en un mundo sólo de
hombres. Pero esta circunstancia también nos habla de su desencanto por no haber
podido desplegar todas sus potencialidades como investigadora en un ámbito en el que
la mujer casi nunca decidía su destino.
Fuentes:
Empleo y formacion
Unlearned lessons
Fuenterrebollo
Imagen
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.