Realizó
la primera encuesta nutricional de yodo en España junto a su Marido Francisco
Escobar del Rey. Sus estudios han favorecido a la eliminación de la deficiencia
de este halógeno. Ha fomentado su consumo mediante alimentos ricos en este
elemento: vegetales y pescado. En 1976 dirigió el estudio de la detección de
hipotiroidismo que acabó extendiéndose por todo el país con recién nacidos.
Esto permitió el tratamiento con la hormona tiroidea pudiendo evitar numerosos
casos de disminución de las capacidades mentales de los recién nacidos.
Como Gabriella Morreale demostró, la glándula tiroides
materna es de gran importancia en el desarrollo del feto. El yodo es esencial
en nuestra alimentación debido a que es un elemento necesario para la
producción de hormonas de la glándula tiroides. La función básica de las
hormonas tiroideas es el desarrollo del sistema nervioso. Por lo tanto, si se
sufre deficiencia de yodo durante el embarazo el sistema nervioso del recién
nacido se ve afectado de forma irreversible. Estos problemas son relativamente
frecuentes en zonas de escasez de yodo, un problema geográfico debido a la
erosión.
Durante
muchos años insistieron ella y su equipo en la necesidad de acabar con el
déficit de esta sustancia sobretodo, y como sus investigaciones habían determinado,
en el 40% de las mujeres antes y durante el embarazo y la lactancia que no
consumen ni la mitad del yodo recomendado, para evitar minusvalías.
Lograron que el ministerio de sanidad se movilizase
a favor de la petición. Muy importante la yodación universal de la sal (la sal
yodada está formada por yodato de sodio, NaIO3, mientras la sal común por
cloruro sódico, NaCl). Además, Gabriella Morreale Castro y su grupo dieron
numerosas conferencias sobre la importancia de evitar esta deficiencia. Los estudios
realizados por su equipo contribuyeron
al aumento de la recomendación de la ingesta mínima de la OMS a 250
microgramos.
Pese a
todos sus logros y repercusión internacional, Gabriella junto a su marido
atendieron a una entrevista del periódico El Mundo donde enunciaron lo
siguiente mostrando la pasividad del estado frente a este tema de salud
pública.
“De la misma manera que el agua
potable –esto es, clorada– es una obligación de los Estados, lo es
también garantizar un aporte suficiente de yodo en la alimentación. Es un
derecho recogido por la OMS (que cifra en 900 millones las personas con
carencias de yodo), que ha de estar por encima de cualquier decisión política y
de las muchas variables alimenticias que puedan alterarlo. España ha firmado este compromiso tres veces, recogido en los Derechos
Nutricionales de la Infancia, pero no lo ha cumplido”
de El Mundo Magazine
Domingo 17 de agosto de 2003
Recibió el
Premio Nacional de Investigación en Medicina en 1977, el Premio Severo Ochoa de
Investigación Biomédica en 1989, Premio Nacional de Investigación Médica
Gregorio Marañón en 1997, Premio Serge Lissitzy de la Asociación Europea de
Tiroides en 2009 y la Cruz de Honor de la Sanidad Madrileña de 2011 entre otros.
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